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Bloque 3: Gestionando tus emociones, tocando el miedo

“La mayoría de las personas que padecen un trastorno de ansiedad giran en torno a una emoción: el miedo. Consideran que es el principio y el fin de sus problemas, obviando la compleja interacción que otras emociones y sentimientos como la rabia, la culpa o la vergüenza ejercen en el resultado final de cómo se sienten. Llega un momento en que cualquier estado emocional se identifica como ansiedad, y es importantísimo prestar atención al resto de las emociones, como la tristeza, el enfado, la alegría, la sorpresa…”

“lo mejor que podemos hacer, la mejor herramienta es estar atentos a nuestra propia mirada interior, a nuestra propia consciencia. Solo la atención puede ayudarnos a pararnos, a identificar, a comprender que somos víctimas de sesgos, y que tenemos que aprender a estar atentos.”

“De hecho, se ha demostrado que el aprendizaje o condicionamiento es esencial para nuestra capacidad de supervivencia y de adaptación a un mundo en constante cambio. Nuestro sistema asocia eventos o estímulos con el fin de que sobrevivamos lo máximo posible. Por eso, si acercamos la mano a la llama de una vela y nos quemamos, posteriormente el recuerdo del dolor que sentimos en nuestra piel nos hará no desear acercar de nuevo la mano al fuego; incluso será un aprendizaje que compartamos con los demás, transmitiendo este mensaje a otros que aún no lo sepan”.

“Se enseña en terapia que la fragilidad no es el final del camino, solo es una cara de la moneda. Se vuelve a experimentar esa ansiedad para volver a reinterpretarla y colocarla en su sitio. La persona nunca olvidará esa sensación, no puede volver a ser la de antes, como muchas personas desean en la consulta. Y no puede, porque ahora ha tomado conciencia de algo que antes no conocía en su totalidad, y eso no se puede borrar. El único camino que queda es el de aceptarla y encajarla. Reinterpretarla. La fragilidad sigue ahí, lo que ocurre es que uno aprende a no rechazarla, a no temerla como la teme, a tomarla como una parte de su vida, pero para eso debe recorrer un camino que no se antoja fácil.”

8. Colocando las emociones

Tenemos que entender cómo podemos aprender a manejar las emociones que acompañan a la ansiedad, y que si no se conocen adecuadamente, pueden entorpecer nuestro objetivo. La vergüenza, la culpa, el enfado o la indefensión pueden ser escollos en nuestro recorrido que si no aprendemos a manejar pueden ser los planetas sobre los que orbitemos.

9. Cómo exponernos a nuestros miedos

El capítulo 9 rescata la importancia de la terapia de conducta, y trata de profundizar en los mecanismos de aprendizaje para entender como el tratamiento de la ansiedad debe tener en cuenta la enorme contribución de las reglas del condicionamiento clásico y operante.